
Con una larga historia de aprendizaje y adaptación al cambio, la clásica bodega celebra sus 110 años y se propone seguir produciendo vinos de alta calidad, posicionándose aún más en el mercado internacional.
undada en 1810 por Sami Flichman, Finca Flichman es una de las bodegas más clásicas y referentes de la vitivinicultura mendocina. Uno de sus principales méritos fue lograr transportar y llenar con tierra cultivable el lecho de río estéril de su propiedad en Barrancas, un trabajo que tomó tres décadas, y gracias al cual fue reconocida como pionera en plantar viñedos sobre piedra.
La bodega fue además de las primeras en producir vinos premium, con el lanzamiento de la línea Caballero de la Cepa, considerado el primer vino fino de Argentina. Además, fue de las primeras en mencionar el varietal en la etiqueta de sus vinos, y precursora en el cepaje Syrah, del cual trajeron clones desde Francia.
Finca Flichman buscó siempre posicionarse en el segmento premium, produciendo vinos de alta gama para el mercado local e internacional. Con el foco puesto en la adaptación al cambio, la bodega está en constante crecimiento gracias a la especial atención que le pone a seguir los cambios de hábitos y preferencias de los consumidores así como también a mejorar la tecnología y el modo en el que vinifican.
Uno de los principales objetivos que tuvo la bodega hace ya años fue el de lograr reconocimiento a nivel internacional. Al día de hoy, Finca Flichman exporta sus vinos a más de 60 países, y estas ventas representan el 70% de su volumen.
“Miramos hacia el futuro proponiéndonos crecer con productos de excelencia, con todas las condiciones dadas cuidando los recursos naturales que nos ofrece la zona”, sostiene Gastón Lo Russo, CEO de Finca Flichman.