Primero fue Aldo’s, en San Telmo, un lugar que se inauguró en 2011 y que marcó un antes y un después en la forma de destacar el vino en el restaurante. Un salón con largas vitrinas donde se exhiben etiquetas a precios de vinoteca y una propuesta gastronómica que fue variando y encontró su mejor versión de la mano del cocinero Maximiliano Matsumoto.

 

Ya consolidado este local, su dueño, el sommelier Aldo Graziani, abrió este año una cancherísima vinoteca en pleno trocén, con tintos, blancos y rosados de todo el país a un costo súper accesible y bocados sabrosos by Matsumoto para acompañarlos. Otra vez el vino como leit motiv.

Ahora, al filo del 2018, Aldo plantó bandera en Palermo con un espacio que retoma el formato del restaurante primogénito. Mismas estanterías blancas, misma barra de madera laqueada donde sirven tragos clásicos y de autor firmados por el bartender Pablo Pignatta. El estilo también se reconoce en los ventiladores de techo, la buena música y la cava nutrida, que aquí reúne alrededor de 600 etiquetas y 3000 botellas de distintas regiones de Argentina. Hay diversos cepajes y alternativas aptas para todos los gustos y bolsillos. Desde un Vía Revolucionaria Semillón Hulk 2016, de Bodega Passionate Wines de Valle de Uco, hasta un Chacra 32, cosecha 2013, de Bodega Chacra, Alto Valle de Río Negro. Más Burbujas nacionales y Champagne. Opciones por copa y en botella para consumir en la mesa o llevar a casa.

A la hora de comer, Matsumoto pensó para este lugar una carta más simple, no por eso menos tentadora. Provoleta de halloumi con aceitunas negras y tomates confit; burrata con manteca calabresa e hinojo; hummus de arvejas con menta, queso feta y salchicha parrillera o cóctel de camarones: una entrada vintage con cierta nota picante que le queda muy bien y a la que tal vez le convendría un toque cítrico para relevar el sabor. De los platos, mis favoritos son los ñoquis de ricotta (foto) –la salsa es para mojar el pan y no dejar ni un gramo–. Entre los principales, nada como el ojo de bife jugoso, –carne de pastura de proveedor confiable– y la pesca a la sartén. En todos se percibe la calidad de la materias primas. El pan está hecho con masamadre de pasa de uva y se sirve con aceite de oliva virgen extra de Arauco –Zuccardi–.

Los quesos son de La Suerte; Juan Grande; Santa Águeda, Santa Olalla. Los tomates platenses coloridos, de tonos casi fauvistas los provee La Anunciación. Las frutillas, orgánicas, vienen de Córdoba. Un plus de Aldo’s: los camareros conocen el origen de los productos, saben de qué hablan pero sin sobreactuar, evitando el tono discursivo que tan mal le hace al vino y a la vida. Nada desentona en el salón cálido que invita a quedarse, aunque esta época de primavera-verano impone instalarse en la coqueta terraza con palmeras, mesitas al aire libre, velas y toda la magia posible.

Aldo’s Palermo

Arévalo 2032, Palermo.
De martes a domingo, desde el mediodía hasta el cierre. Lunes, cerrado.
Hay happy hour de 17 a 21. reservas@aldosvinoteca.com

aldosvinoteca.com