

Publicado por María De Michelis | Nov 10, 2020 | Restaurantes y bares |
Cocina sin vueltas, buenas materias primas y mucho sabor en el local que Damián Giammarino y Gaspar Natiello (Ajo Negro, mar de tapas) abrieron en Chacarita.
enían planeado abrir en marzo de este año, pero la pandemia puso en compás de espera sus planes y como tantos otros, Damián Giammarino y Gaspar Natiello tuvieron que aguantar el sacudón y recalcular el rumbo. Recién hace veinte días pudieron bajar la bandera de largada para encender los fuegos de Arrabal Cantina Porteña, el nuevo local que montaron en Chacarita cerca de Ajo Negro, su restaurante de tapas marinas que acaba de volver al ruedo después del impasse de estos meses.
Igual que en Ajo Negro acá se nota el buen trabajo con los pescados y los mariscos y el cuidado por la materia prima en una carta en la que el tapeo en clave porteña manda. Un formato que prende en esta época, cuando el único protocolo que se logra soportar es el sanitario. “En Arrabal nuestra idea es no tener que explicar la comida, queremos que la gente se siente a comer y a disfrutar de platos simples y ricos. Punto”. Dice Gaspar con un discurso que se repite en la generación de cocineros que eligieron la periferia, el extra muros palermitano, para instalar su restaurante.
En la carta figuran fiambres y quesos de productores artesanales y de calidad, como el salame de Pueblo Escondido by Pietro Sorba y el queso criollo de Juan Grande.
En este caso una cantina con todo y modernidad. Mesitas de rigor en la vereda, salón largo con bancos que quieren parecerse a los de la antigua línea A de subte, cocina a la vista y piso con franja colorida muy Jackson Pollock. El rincón favorito: el patio con verde, bicis de colección y mural de @vilcebuh
En tren de picar, de la lista me tentaron tres opciones: el Halloumi con ricota seca y chutney de tomates, combinación de dulzor y picor que le viene bien al queso preparado a la plancha, caramelizado, con mínima costra dorada e interior tierno. El escabeche de pescado –hoy tocó palometa de textura impecable– con vegetales crocantes, acideces y sutilezas, vinagre nada invasivo. Y los buñuelos que según Gaspar intentan parecerse a los de su abuela Susana. Salen etéreos, delicados. A Susana le gustarían.
Hay cervezas artesanales, vino en pingüino, por copa o botella, vermú, tragos.
Los principales siguen esta misma línea. De todos, fui directo a los pulpitos a la chapa con papas y aceite de sofrito. Los pulpitos tiernos y sabrosos, las papas, crocantes. Unas rodajas de limón le hubieran venido bien. Los fans de las pastas preferirán los gnocchi romanos con estofado de ternera y albahaca. Y los carnívoros se entregarán a la milanesa de cerdo con hueso, puré de batatas y mostaza a la antigua, combo infalible. Tres platos sencillos y bien logrados. Cero pretensión. Cero rigidez. La solemnidad fue.
No se vayan sin probar los postres. De los que aparecen en la carta probé los ricos casquitos de zapallo en almíbar y queso, y “La parte rica del flan” con cremoso de dulce de leche. Un final redondo y feliz.
Falta aceitar algunos detalles que se irán puliendo con el tiempo, materias primas que valdría la pena mejorar. Pasa en muchos locales recién nacidos. De todas maneras esta cantina de impronta porteña no decepciona con su propuesta de cocina de aquí y ahora. Platos de una seriedad alegre. Melodía de arrabal.
Arrabal Cantina Porteña
Santos Dumont 4056, Chacarita, CABA.
Tel.: 11 3981-8158.
De miércoles a sábado de 18.30 a 23.30.
Sábado y domingo de 12 a 18.30.