Hacen una aparición corta cuando comienza el verano. Visten de rojo profundo las mesas de Navidad y ponen sabor a todo lo que tocan: clafouttis, dulces, tartas, confituras, chocolates, tortas y helados. 

on la cereza negra se elabora por fermentación y destilación Kirsch que, ojo, si se vende barato con el nombre de «fantasía», no es más que un licor berreta perfumado con el ácido prisco que contiene el carozo. Las de Patagonia, cultivadas en su mayoría de manera agroecológica, son mis favoritas. Cuando se acaban, siempre nos dejan con ganas de más.

Por si faltaran argumentos para comérselas de a puñados, están sus propiedades nutricionales, su aporte de fibras, vitaminas A, B y C, magnesio, sodio y calcio. Sus virtudes antioxidantes, depurativas, remineralizantes. Las cerezas ayudan a bajar los niveles de ácido úrico en sangre. Alegran cuerpo y alma.

¿Cómo disfrutarlas?

  • Elegí las de color profundo, que tengan piel sana y textura firme.
  • Combinalas con verduras en ensaladas. Quedan bien  con tomate y cebolla o echalote. Con Hojas verdes y queso de cabra.
  • Van perfecto con carnes de caza.
  • Son caras, pero si a pesar del precio comprás en cantidad, podés separar una parte para hacer mermelada o gazpacho (delicioso).
  • Chocolate y cereza son buenos amigos.
  • Cerezas en un bowl con hielo y acompañadas con copa de espumante. No hace falta nada más.