Con el nombre del padre
La sangre llama, el vino también. Fluye por valles y desiertos, atraviesa montañas, Cuenta historias. Padres e hijos son hacedores del siempre renovado milagro del vino.
A la familia Zuccardi la conocí a fines de los 80. La bodega se llamaba La Agrícola, con ellos estuve, compartí soles, vinos y empanadas y el dulce de membrillo hecho por las manos sabias de Ema, en la bodega de Maipú y en Santa Rosa. Desde sus inicios, estaba Tito, el pater familiae, tan parecido a Vittorio Gassman. Y José Alberto, Pepe y Ana. Correteaban algunos chiquitos por ahí. Uno de ellos era Sebastián, este gran joven enólogo que empezó su carrera con Alma 4, proyecto en donde puso alma corazón y vida (vals peruano). Los sigue poniendo. Fue Sebastián quien insistió en las exploraciones de los secretos más profundos de los suelos del Valle de Uco. La aventura culminó en la espectacular bodega inaugurada hace menos de dos años. Hace pocos días se presentó un vino-homenaje a José Alberto Zuccardi, lo presentaron Pepe y Sebas, padre e hijo.
El blend, es una reinterpretación del Z, un vino histórico, que aún tiene mucho para dar: su primera cosecha (2002) era un corte de Malbec y Tempranillo, variedad en que los Zuccardi fueron pioneros.
El vino se fue transformando, añada tras añada. Aparecieron otros terruños, otras uvas (Cabernet Savignon) En el 2008, se renunció al Tempranillo. En 2013, Z se transformó en José Zuccardi, elaborado con 90% Malbec de Paraje Altamira y 10 % Cabernet Sauvignon de Gualtallary. El hijo convenció al padre: debía llevar su nombre. Así fue. Criado en foudres y embotellado sin filtrar, con la etiqueta diseñada por el pintor mendocino Carlos Alonso. Este vino representa la convicción y la pasión de mi padre, enfatiza Sebastián, el hijo-autor.
Hay otros casos: Aurelio Montes es un reconocido bodeguero chileno que a fines de los años 80 fundó Viña Montes, una bodega clave que contribuyó a posicionar a Chile como uno de los mayores exportadores a nivel mundial. En el 2002, tiempos difíciles cruzaron la Cordillera e instalaron Kaiken en Mendoza, dirigida por Aurelio Montes Jr. Con ellos me encontré en una reciente presentación donde los dos Montes, como lo vienen haciendo por este ancho mundo donde venden sus productos, presentaron vinos de ambos lados de la Cordillera. Diferentes. Casi incomparables. Entre una decena de vinos probados, una anécdota: Aurelio Jr., quiso asombrar al padre con un Cabernet Franc mendocino. El padre dijo no. Tarde, ya estaba listo. Lo probó, aprobó y se entusiasmó con la elegancia de este Cabernet Franc de alto vuelo
Los Riccitelli, padre e hijo, también ya forman parte de la historia del vino argentino. El grandote Jorge Riccitelli, histórico enólogo responsable de los grandes vinos de Norton, no se la cree, pese a haber sido elegido entre los mejores enólogos del mundo por Wine Enthusiast. Décadas de trabajo en Norton, donde junto a un equipo de lujo, entre los que se encuentra David Bonomi, ahora el enólogo responsable de Norton, elaboró vinos memorables. Su hijo Matías es un joven hacedor de vinos muy reconocido que se inició trabajando junto a Hervé Joayeux, el bordalés dueño de Fabre Montmayou. Matías tiene proyecto propio desde hace pocos años. Elabora vinos expresivos, modernos sin vanguardismos a ultranza, como el Tinto y el Blanco de la Casa, dos blends bebibles y ricos. Pero el más interesante, el que nos cuenta una historia, es Riccitelli & Father: blend de Malbec (80%) y Cabernet Franc (20%), 2014. El Malbec proviene de un viejo viñedo de Las Compuertas plantado en 1927, un guiño a la tradición y la experiencia que encarnan la zona y la figura de Jorge. El Cabernet Franc es de Vistaflores (Valle de Uco). Estas vides se plantaron en 2006 y están asociadas a la mirada joven de Matías. Representa muy bien a dos generaciones de enólogos que aman lo que hacen. Conviven los estilos, los terruños, las variedades. El vino, como le gusta a Borges, fluye rojo a lo largo de las generaciones como el río del tiempo.