Madryn al Plato 2016, una gran mesa de sabores patagónicos tendida en Península Valdés.
De mar y de ballenas está hecha la postal común de Puerto Madryn. Pero hoy el paisaje azul y manso, una llanura de agua en la que danzan cetáceos de 15 metros de largo, se vuelve estridente con los fuegos donde se cocinan 46 corderos, 300 kilos de langostinos y otro tanto de navajas y almejas. Es mediodía y el viento de la costa ahúma el aire y las chaquetas de los cocineros de Patagonia y de Buenos Aires. Unos y otros preparan un almuerzo solidario –cuya recaudación permitirá comprar un respirador artificial para el Hospital Isola– frente al muelle Luis Piedra Buena en el marco de Madryn al Plato, un festival con nueve años de historia. Detrás de su armado están la Secretaría de Turismo y Deportes de Puerto Madryn, AHRCoBA y el trabajo tenaz de Gustavo Rapretti: ningún chef más desvelado por el sueño de difundir la gastronomía del lugar, sus productos y los productores que le dan sentido.
Año a año, el evento crece a paso de gigante y suma puntos. Nada faltó en esta edición. Ni la música de Los Chefferson, ni la transmisión en vivo de Ximena Sáenz y Juan Braceli (Cocineros Argentinos), ni la presencia de Christophe Krywonis. Tampoco el humor de “La Negra” Vernaci y Humberto Tortonese.
Esta vez, las clases de cocina se organizaron en una gran carpa por la que desfilaron chefs invitados y locales. Damián Cicero (El Casal de Catalunya), Exequiel Gallardo (Treinta Sillas), Gustavo Lena (Bella Italia), Pedro Lambertini, Joaquín Grimaldi (Four Seasons), Dolli Irigoyen –madrina del evento– y Gabriel Oggero (Crizia), prepararon distintos platos donde se lucía la materia prima del lugar. El grupo Chúcaro (Chubut Cocina de Origen) y otros chef del corredor Patagonia Fantástica, que conecta Puerto Madryn con El Calafate y Ushuaia –como Paula Chiaradia (Trevelin), Pablo Soto (Comodoro Rivadavia) y Mauricio Couly (Neuquén)– le pusieron el hombro a esta iniciativa.
Pero como la cocina no empieza ni se agota en los fogones también hubo feria de productores donde se pudieron degustar quesos, vinos, cervezas artesanales, la codiciada sal marina de Sal de Aquí, conservas y ahumados, los aceites de oliva más australes, tortas galesas. Nadie se fue de la feria sin su paquetito.
A la noche, el frío tentaba a probar platos con sello regional, como los que Gustavo Rapretti sirve en su restaurante En mis fuegos. Uno de los puntos claves del circuito gastronómico de Puerto Madryn que ofrecerá un menú especial, basado en ingredientes locales y a precio promocional, hasta el 31 de julio. Una propuesta perfecta para los que no pudieron disfrutar de estos cuatro días de naturaleza y panzadas patagónicas. Tiempo de comer, brindar y soñar con ballenas. ◉