umberto Barloa tiene 74 años. Todos los días llega a las 11.30 a la esquina de la Avenida San Martín y Morales, en Las Heras, para abrir su local, el “papito Barloa” o “el Barloa”, como lo llama la gente. Una de sus hijas lo acompaña, es la moza del boliche. Hace 34 años que hago lomitos, siempre a las brasas, vendemos más o menos unos 400 lomos por día cuenta mientras limpia la parrilla. Todo comenzó a los 37 años, después de sufrir una crisis económica que lo decidió a salir con su camioneta, estacionarse en la calle y vender lomitos. Era una especie de carrito al que estacionaba a dos cuadras de acá, dice mientras sus ojos se iluminan de recuerdos. Pasaron los años y pudo alquilar el local donde ahora está ubicado, nunca más se mudó.

Humberto es el rey de la cuadra, el que todos conocen, y al que todos saludan. Su negocio siempre está lleno. Acá trabaja toda mi familia. Este es un sitio pensado para que se reúnan amigos, hay clientes que se mantienen hace 30 años. El Barloa es sencillo, sin pretensiones y no se busca más que dar de comer rico. Será por eso que a todos gusta: en la mítica esquina se ve gente de distintas  extracciones sociales y en la puerta hay desde camiones estacionados, hasta bicicletas. 

áxima Martha Manrique –más conocida como “ la tía”– abrió las puertas de su local el 1 de mayo de 1989. Para esto, hipotecó su casa para comprar un fondo de comercio que se llamaba ‘Rada 3’. Tenía en claro que quería cocinar, dedicar su tiempo a eso. En el negocio solo había un mostrador, una heladera y un poco de vino. Si alguien se sentaba a comer no teníamos insumos. Mi abuela tenía que salir corriendo a comprar al mercadito más cercano los ingredientes de lo que el cliente pedía, cuenta su nieto, Marcos Jofré, quien nos atendió para conocer “La Tía Rada”, un ícono de Godoy Cruz.

Marta siempre se dedicó a trabajar en la cocina. Amante de las pastas, las milanesas, y de toda la comida casera, se fue haciendo famosa en la zona. Con la llegada de la crisis del 2001 tuvo que dejar el local que habían alquilado y por esto mudarse al que están actualmente, esquina Paso de los Andes y Francia (Godoy Cruz). Marcos cuenta que, fue volver a comenzar. 

l Ya-Cé abrió en 1971. “Mi mamá, Margarita Castillo de Salinas, empezó con lo que sería hoy un food truck en un terreno vacío a la entrada de Tunuyán donde se bifurca la Ruta 40. Se hizo famosa instantáneamente”, cuenta Cecilia Salinas, hija de Margarita y quien está al frente de la marca que lleva ese nombre por ella y su hermana, apodada Yayi.

Margarita quería ofrecer el mejor sándwich de la ruta. Primero se preocupó por tener un diferencial y entonces desarrolló una línea de aderezos: mayonesa casera, otra tipo golf y como a ella no le gustaba agregar rodajas de tomate caliente al sándwich, creó una salsa de tomate especial. El sabor del lomo Ya-Cé es inconfundible, el secreto está en la mixtura de los aderezos que se amalgaman con el queso derretido.

Al año de abrir las puertas de su carrito, estrenó un local, una lomitería que supo consagrarse y mantenerse en el tiempo. Independientemente de los años, lo que nos diferencia es sostener la calidad de la comida, con ingredientes artesanales ­–incluso el pan–y la idea de tener un producto propio, sin tener que adaptarnos a la competencia. Eso es nuestro sello, lo que nos identifica. 

as últimas opiniones de Google: “Ricas pizzas, un clásico como siempre”, “El servicio es muy rápido y la atención es muy cordial. Las pizzas una de las mejores de Mendoza.” Difícil desmentirlas. Capri, el palacio de la pizza abrió hace 61 años, el 22 de noviembre de 1962 de la mano de Bartolomé Carrió, en calle Lavalle al 109, Ciudad, y el reducto se mantiene vivo. En el salón se destacan las paredes con cuadros que enmarcan notas de diarios que hablan sobre su apertura; la barra larga; las mesas rojas; las puertas ventanas de vidrio y el mobiliario, como de bar porteño.

La pizza, como la conocemos, tiene un origen incierto. El surgimiento en Argentina está vinculado a los años en que inmigrantes italianos llegaron a nuestro país en busca de nuevas oportunidades. La variedad de ingredientes y alimentos que encontrar en América transformaron esta receta impulsando su crecimiento.