

Un Malbec que refleja su tipicidad sin maquillaje. Está elaborado con uvas provenientes de Finca Maipú, el viñedo de Bodega Santa Julia certificado 100% Orgánico.
a tendencia de los vinos con poca intervención pide pista en todo el mundo y Argentina no se queda atrás. De la mano de enólogos inquietos se multiplican los vinos más bebibles, ligeros, con mayor acidez, menos madera y ningún juego de artificio. La premisa es interpretar el terroir y reflejarlo en cada variedad.
En una época en la que la palabra sustentabilidad suena cada vez más fuerte, los vinos orgánicos y naturales (elaborados con uvas de viñedos libres de agroquímicos, con levaduras indígenas y sin sulfitos) están en la mira de los que alientan el cuidado del medio ambiente y también buscan una alimentación saludable. Hoy se están produciendo en el país blancos, rosados y tintos que siguen esta línea y que poco a poco se convierten en favoritos en vinotecas y wine bars y ocupan un espacio en las cartas de muchos restaurantes. O en la mesa de todos los días.
“Los vinos naturales son los menos intervenidos por el hombre, pero también son los que requieren el mayor cuidado durante todo su proceso, especialmente en su elaboración, al quedar desprotegidos ante bacterias y oxidantes. El Burro es un reflejo de nuestro entorno, completamente natural y agreste”, dice Rubén Ruffo, Gerente de Enología de Bodega Santa Julia.

Bodega Santa Julia tiene 320 hectáreas orgánicas certificadas por Letis, 175 en Maipú y 145 en Santa Rosa, donde los productores apuestan a una viticultura natural.
Capítulo aparte merecen el nombre de este vino y su original etiqueta diseñada por el artista mendocino, Emiliano Pierro. Fueron inspirados en un burro que la familia Zuccardi tienen en Finca Santa Rosa, a 80 km de la ciudad de Mendoza. Una historia adentro de una botella.