No solo de su laguna eterna vive la ciudad. Construcciones históricas, boulevares y parques, balnearios, y una gastronomía tan sabrosa como poco explorada, la convierten en blanco perfecto para una escapada de fin de semana.

El responsable de esta geografía es el río Salado, que enhebra las aguas de Chascomús (que en mapuche significa “agua salada”) con las de Vitel, Adela, Chis Chis, del Burro, La Tablilla y Las Barrancas, regando un sistema que se conoce como Las Encadenadas, un generoso humedal que por sus características ecológicas y su biodiversidad, es considerado único.
Con la Chascomusapp, la guía turística digital, es fácil encontrar lo que uno busca, desde 100 opciones de alojamiento hasta 40 lugares para ir a comer. También hay botes para alquilar, excursiones de pesca, bicicletas, kitesurf y paracaidismo. Un buen dato son los circuitos autoguiados, como el dedicado al ex presidente y oriundo del pago Raúl Alfonsín. Otros recorridos son la casa de Casco, el Museo Pampeano o la centenaria Capilla de los negros, con su piso de tierra y paredes de ladrillo y adobe, para conocer el pasado chascomusense con asistencia virtual.
Alrededor de la plaza principal, la catedral, el Club de Pelota Paleta y otras construcciones históricas, dan testimonio de distintas épocas: desde su fundación en 1779 como fortín contra las potencias extranjeras, luego punto límite sur que separaba la pampa “civilizada” de las tierras de los pueblos originarios, hasta las luchas entre unitarios y federales o la llegada de los inmigrantes europeos.
Más allá, unas pocas cuadras hacia la costa, está el parque Libres del Sur, un enorme pulmón verde que orillea la laguna. Ideal para llevarse un libro, una lona, el termo para el mate, contemplar el agua y no irse nunca más.
Sin embargo, el perímetro de la laguna no sólo alimenta la vista. Hay muchísimas opciones gastronómicas, con una cocina que -aunque hace foco en la pesca- sale bien parada también con las carnes a la parrilla, las pastas caseras, los guisos y los platos de autor. No pretende ser exhaustiva, pero la siguiente guía sugiere lugares para no dejar de ir.
Mulé
Ensaladas, pizzas y platos para un brunch, un almuerzo liviano –o no-, cenas románticas y picadas al atardecer. Probamos los raviolones de cebolla caramelizada, panceta ahumada y queso pategrás, los ravioles de cordero con crema de hongos, y una ensalada de peras caramelizadas con hojas verdes, roquefort, nueces y reducción de aceto balsámico. Todo intachable. Con el 2×1 de Aperol Spritz, a las 6 de la tarde todo se tiñe de naranja. @mulecafe
La Matera
Funciona en el corazón de La Alameda, un hotel de campo acondicionado en las instalaciones del casco de una estancia de fines del S XVIII. Emplazada sobre la laguna, tiene 33 hectáreas de reserva forestal para caminar, cabalgar y andar en bicicleta. El restaurante ofrece cocina tradicional con toques contemporáneos y protagonismo de carne al asador (exquisita). Nos encantó la provoleta gratinada con crocante de hierbas y crema de remolacha, previa a la parrillada de campo. Hay buenas opciones vegetarianas y platos de estación. Se puede optar por ir a pasar un día de campo con todas las actividades y comidas, o solamente ir a almorzar, con opción a la carta mirando la laguna. Muy recomendada, y especialmente para familias. Precios razonables. Menúes rendidores para dos. @estancialaalamedaok @lamatera.chascomus
La Vieja Esquina
Un cuarto de siglo de buena fama para este clásico, bien atendido y todo rico. Especialistas en parrilla, pescados y pastas. El distintivo de la casa: empanadas de pejerrey. La parrillada viene con garantía de abundancia y buen producto, una ecuación de calidad propia de quien cada jornada tira toda la carne al asador. Buenísima atención, precios más que correctos. Nada decepciona. Av Costanera España y Artigas. Tel: 02241 436507. @ViejaEsquinaParrillaRestaurante
Ristorantino Di Terra Lucana
Un hallazgo de verdadera comida italiana fatta in casa. Federico Lizárraga no sólo es el chef, es un guía culinario que con sus sugerencias nos pasea por las distintas regiones de Italia. «No sabemos si hacemos el mejor plato de pastas, pero si ese plato te emociona y te hace recordar el sabor de tu infancia, sin duda va a ser el mejor. Queremos que nuestro restaurante huela a hogar, con salsas cocinándose durante horas…» dice Cecilia Claps, hija de Ernesto, el fundador (que hoy está en Italia gerenciando un restaurante argentino), esposa del actual chef y “alma mater”. Comimos fuccili con salsa «aviglianese»: tomates cherry, ajo, salchicha y semillas de hinojo. Y primero, obvio, un antipasto bien tano: ensalada, berenjenas, pollo y porotos en escabeche, mondongo, buñuelos de verdura, empanada de jamón crudo y bomba de papa. De postre, mousse de sambayon e higos a la crema. La carta y sugerencias están exhibidas en un gran pizarrón, parte de una atmósfera que nos lleva sin escalas a una trattoria de Italia. El precio no figura, pero no es desmedido. @ristorantino_terralucana
Restaurant Pesca y Náutica Chascomús
Atendido por sus dueños y frente a la costa, tiene un menú variado donde el plato indiscutible es el pejerrey. El monarca de los peces siempre sale fresco, y se prepara a la parrilla, al horno o en milanesa, según diferentes recetas como panceta y champignones, verduras grilladas, roquefort, etc. Otro plato recomendado son las rabas, que suelen salir en un punto perfecto. Y el flan casero que lo promociona todo Chascomús. En este salón comedor con preciosa vista a la laguna, bien parecido a un bodegón, la comida es abundante y sabrosa, casi todos los platos se comparten. También hay buenas carnes a la parrilla, pastas con diferentes salsas, mariscos y unos postres muy buenos. Avda Lastra y Costanera. Tel 2241 42 3231. @RestaurantPescayNauticaChascomus
Cantina del Club de Pelota Paleta
Es el lugar que los inmigrantes vascos eligieron para reunirse hace 96 años, y donde hoy se juntan a jugar los mejores jugadores de pelota paleta de esta ciudad. El club también congrega a fanáticos del tute y el truco que se desafían a los gritos en el salón mientras suenan los pelotazos. Y después pasan por la cantina-buffet que Mari Vaninetti con su familia atiende hace 10 años, para socios y no socios. Con unos precios amiguísimos (se come excelente por bastante menos de mil mangos por persona), siempre hay un plato del día, minutas y pastas, hechos por sus manos. Mondongo, lentejas, sorrentinos, canelones de ricota y verdura, lasagna y a veces tararira a la milanesa, que es bien fresca porque al hijo de Mari le gusta pescar y trabaja en un campo donde pasa el Salado. En una mesita aparte, mucha repostería bien casera, que vuela. @cantina_club_de_pelota
Heladería Yummy
En el centro-centro, en plena arteria principal de Chascomus, esta famosa heladería artesanal ofrece todas las golosinas del kiosco en versión helada. Son más de 90 sabores, entre ellos el helado de Rhodesia, Kinder bueno, Opera, Pico Dulce, Flynn Paff, Palitos de la selva, Cabsha, Nutella. Sólo para muy, pero muy golosos. @heladeriayummi