Verdes, proteicas y deliciosas. Volvieron con todo de la mano de los cocineros contemporáneos. Y no se van, las habas no se van.
Nacieron en Persia pero desde la más remota antigüedad son populares en el Mediterráneo. Para griegos y romanos las habas representaban los favores, las gracias del más allá. Si se ofrecían en los sacrificios, permitían comunicarse con lo invisible en las fiestas de primavera y de la siembra. Eran también ofrenda ritual en las bodas.
Verdes, ricas en proteínas y vitaminas, aparecen en primavera, su estación, aunque su plenitud se estira hasta el verano.
Muchos las ningunean por trabajosas a la hora de cocinarlas. Pero el esfuerzo de pelarlas trae su recompensa.
¿Cómo prepararlas? En puré, con aceite de oliva (virgen extra, por supuesto) y sal marina. Un soplo de pimienta negra y nada más. En ensaladas tibias o frías, con oliva, una insinuación de ajo, perejil picado y pizca de comino. Ideales para un curry verde. Más ideas: saltadas en oliva y ajo y braseadas, combinadas con corazones de alcaucil y arvejas frescas, estilo marroquí. Mejor entrada, imposible.