Ni banderas rojas, blancas y verdes, ni escudos como los que cuelgan en las paredes de las trattorías. La fachada de La Alacena, con su toldo marrón, los ventanales y las mesitas de madera dispersas en la vereda, de cara al barrio, no cuenta de qué va este lugar.
El misterio recién se devela al leer la carta que armó Julieta Oriolo para su restaurante. Platos italianos con un toque personal, basados en los excelentes productos de estación que esta cocinera de ojos grandes y espíritu inquieto busca todas las mañanas. En el Barrio Chino elige pescados frescos; en las ferias de la zona, compra vegetales. Los tomates rojo sangre son de Finca Isis. El lardo que acompaña las bruschettas es el que elabora el periodista Pietro Sorba, habitué de la casa. De Divella es la sémola italiana con la que prepara los tagliatelle con espárragos y crema de limón y los tagliolini rellenos con ricotta y mortadela. Una pasta de cocción al dente que se sirve arropada en brodo —caldo— hecho con ossobuco, pollo y vegetales y que figura entre los favoritos, igual que los Gnudi de papa, con tomate, sardicella —conserva de anchoas– y N’Duja, un embutido calabrés a base de carne de cerdo, bien picantón.
Oriolo diseñó además una propuesta de prensatti (sándwiches prensados), ensaladas frescas, ideales para el verano y antipasti fieles al estilo mediterráneo, que deja a la vista las materias primas. Nada llega a la mesa cubierto de barroquismos o de salsas dudosas que hacen que antes de empezar a comer uno termine encomendándose a Dios (o al Diablo). Todo es lo que dice ser.
Desde la cocina, Julieta domina los fuegos, relojea cada plato y sigue su recorrido hasta descubrir la sonrisa del comensal cuando muerde el primer bocado. Las porciones son grandes, fieles al mangia che ti fa bene, ese formato generoso de la tabola italiana. Para acompañar la comida, hay tintos y blancos de Catena Zapata; de Escorihuela Gascón y de Ernesto Catena. También aperitivos, cerveza y limonada.
Pegado al restaurante está el local de pastelería que montaron Oriolo y su socia Mariana Bauzá. Un espacio tan mínimo como encantador donde se venden productos gourmet y en el que la pastelera Jimena del Olmo despacha panes elaborados con masa madre. Tarteletas de masa etérea e interior chocolatoso con un toque de sal Maldon. O crostattas con frutas de estación. Simples, jamás obvias. En La Alacena no hay lugares comunes.
Gascón 1401. 4311-7652. De lunes a viernes, de 8.30 a 20. Sábados, domingos y feriados: sólo brunch. Lunes, gastrobrunch. Efectivo o Visa Débito.
Precios más que amables. laalacenacafe@gmail.com