Un ácido imprescindible. Antioxidante, concentrado de vitamina C, orgullo cítrico de Tucumán e infaltable en las casas del Mediterráneo, sobre todo las de Sicilia y la Puglia. Bueno para marinar, para el té, para el risotto, el pescado, los mariscos, las pastas, las salsas, los postres, el helado. Con limón, casi todo.
El jugo es perfecto para preparar una vinagreta. Enteros, cortados al medio y conservados con sal gruesa en un frasco hermético durante 6 meses, resultan un encurtido delicioso para pescados o tajines. La ralladura va bien en risotti, en masas de tarta o tortas y hasta en puré de papas, como el que hacen en el restaurante mendocino Orégano, combinado con almendras tostadas y rúcula en chiffonade.
En otoño están en su mejor momento. Es tiempo de limones, oro en jugo.
