Las leyendas dicen muchas cosas sobre los higos. Que era la fruta favorita de Platón y de los atletas griegos. Que con sus hojas Adán y Eva se fabricaron el taparrabos que los cubría de la desnudez en el paraíso después de comerse la manzana, que, se sospecha, no era otra cosa que un higo. Que la loba que amamantaba a Rómulo y Remo se protegía debajo de una higuera.
Lo que pertenece al plano real y no al terreno de las leyendas, es su valor nutricional: vitaminas A,B y C, hierro, fibra, ácidos orgánicos, minerales. Su textura y su sabor. Son tan dulces y ambiguos. Raros. Una suerte de fruta cocida por fuera y cruda por dentro, con tantas crocanteces, colores y frescuras. Se llevan bien con miel y quesos, con jamón crudo. Quedan geniales en tartas y ensaladas. En almíbar y en galletitas dulces, tientan a los golosos.

Higos de La Biblia, la historia, las casas mediterráneas y las de la Argentina pretérita. Secos o frescos. Maravillosos todos.

En nuestro país se cultivan en Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Jujuy, Catamarca, La Rioja y Santa Fe.

Higos con chocolate

Para 8 porciones
Ingredientes


16 higos frescos
3 tazas de chocolate amargo
1 taza de chocolate blanco picado


Procedimiento
Fundir en un bowl a baño María 2 tazas de chocolate amargo. Agregar el resto del chocolate.
Tomar los higos por el cabito y bañarlos con el chocolate. Ubicarlos en una fuente.
Fundir el chocolate blanco a baño María.
Salpicar los higos con chocolate blanco.