Diego –Tatu– Rizzi suma nuevos platos a su cocina y una experiencia inédita: un restaurante dentro de su restaurante. Se llama Na Num –compartir en coreano– está comandado por la cocinera Lis Ra, ex Niño Gordo, y funciona los lunes en Opio. Cocina asiática por partida doble en un mismo lugar.
uando el barrio chino no estaba domesticado y en los locales se vendían anguilas que nadaban en baldes de plástico, patos colgaban de un gancho, bolichitos mínimos servían comida taiwanesa, Diego –Tatu– Rizzi se metía en los mercados y probaba lo que en ese momento nadie o muy pocos se animaban a probar. Esa experiencia era para él lo más parecido a un viaje.
La cocina y los viajes están en el ADN de Rizzi. A los 13 años fue a París a visitar a su abuela. Desayunaba chocolate caliente y éclairs. A la tarde, hacía picnic con frutas y quesos y a la noche, tocaba cena a la francesa. Toda una iniciación gastronómica. No había forma de que no fuera cocinero, dice este talentoso que en Argentina se formó con la teacher número uno: Beatriz Chomnalez y en el ESH –Escuela Superior de Hotelería– , y que en 2004 volvió a Francia como se vuelve a un primer amor. Pero su corazón pertenece a Oriente.
En Opio perderse los tragos sería pecado. Hay variedad de gin tonic, una pomelada –gin, syrup de jengibre y pomelo– con un punto de dulzor perfecto, y un bloody mary por el que muchos clientes vuelven. Tiene sriracha y se acompaña con langostino frito.
En 2008 recorrió India, Tailandia, Vietnam. Francia me hizo cocinero, Asia me marcó el camino, aclara. No sorprende que hace dos años abriera Opio Gastropub donde antes funcionaba un taller mecánico de rioba.
Ahora el lugar está ambientado con sombrillas y lámparas chinas que cuelgan del techo, paredes tapizadas de páginas de revistas, mesa comunitaria para 16, mesitas para dos o para cuatro, un locker antiguo, barra desde donde se ven los fuegos y un ruido ambiente y un vaho especiado que recuerda al de las calles de Asia. En esta escena brillan delicias de cocina callejera de Vietnam, Tailandia, China, Japón que ya no son sorpresa en esta ciudad.
Hace rato que la onda asiática llegó a Buenos Aires pero no necesariamente a buen puerto. Diego Rizzi está a salvo del naufragio en los fogones y de cualquier fusión/confusión. Sus platos tiene sustento.
Su propuesta gastronómica, de muy buena relación calidad-precio, abarca dumplings a la plancha o al vapor, como los tradicionales de cerdo y jengibre. Buns, pancitos al vapor de masa etérea, que se rellenan y se doblan como sándwiches: ideales para acompañar con cerveza tirada o con alguno de los vinos de la carta, escueta pero acertada.
La experiencia no sería la misma sin el servicio cálido y eficiente de Opio. Los curries se piden con un tenor picante suave, mediano o fuerte. Atenti: el fuerte pica.
Entre los Platitos, hay samosas, thai salad –menta, albahaca, pickles, fideos de arroz, soja y pomelo–. Además hay curries, como el rojo thai, de langostinos y leche de coco tiene el picor justo: no te convierte en un lanzallamas pero es capaz de levantar un muerto.
Una novedad: las distintas versiones de donburi, plato japonés delicado. La opción que incluye panceta, huevo poché, verdeo y pickle de cebolla en bowl de arroz, ganaría en elegancia si tuviera menos cantidad de salsa de mirin, sake y soja. El exceso de salsa anula el resto de los sabores. Lo que mata no fortalece.
Los postres son dulces dulces. De todos, el menos goloso es la paleta de banana, miel y coco. Para un final no tan azucarado, buenas son las pomeladas. Y peligrosas. Se beben demasiado rápido y son demasiado ricas.
Na Num
Un restaurante dentro de otro restaurante. Eso es Na Num –compartir, en coreano–.
atu Rizzi abre Opio de miércoles a sábados por la noche e invitó a Lis Ra, ex chef de Niño gordo y chica de fuegos tomar, a cocinar los lunes en su local. Así nace Na Num. Propuesta propia. Base coreana y fusiones varias. Contrastes. Juego de texturas. Sabores emocionantes. Un restaurante dentro de otro.
La carta se divide en Algo para acompañar: kimchi de hakusay asado –un hallazgo, el kimchi gana en complejidad–, tofu, alcaparras y anchoas. O Miyeok: ensalada de algas, alubias, shitake y crocante de arroz. Algo caldoso: increíble el pescado –mora, en este caso–, con nabo, verdeo, tofu y fideos de batata, un plato con mil capas, muy estilo Lis. Y Algo para envolver: El Ssäm, arroz, hojas verdes con las que se envuelve una panceta braseada con soja, jengibre, vino blanco y acompañada con salsa morbu –mango, chiles, azúcar y varias especias– es cosa seria.
- Para tomar: los tragos de Opio, vinos de Ernesto Catena Wines o cervezas.
- Postres: crema quemada de dulce de leche y miso y vigilante de camembert y zapallo chai.
- Para repensar: los precios de Na Num. Salados y no por exceso de soja.
Datos útiles
• Opio Gastropub. Honduras 4415 – Palermo. Tel.: 011 15-5751-1875. De miércoles a sábado de 20 a 1 am.
• Na Num. Lunes de 20 a 1 am. En breve, también abrirá los martes.
Me encantaría conocer este lugar. Parece que se come muy bien y soy un apasionado de la cocina. Espero recibir la carta a mi mail para organizarme y comer algo genial.
Hola Martín! Te dejo la lista, ponete en contacto con Tatu, la oferta es de primera y los precios son más que correctos. Abrazo
https://www.monline.com.ar/OpioGastroPub