
Hace poco se reinauguraron La Giralda y Montecarlo. El año que viene será el turno de las confiterías del Molino y la Ideal. Vuelven al ruedo tras minuciosas restauraciones y con parte del menú que los hizo famosos.
Publicado por Karina Niebla | Oct 10, 2021 | Recorridas |
a pandemia se colmó de cierres repentinos. Pero también hubo buenas noticias: abrieron nuevamente La Giralda y Montecarlo, se reanudaron las obras en la Ideal, y la reapertura de la Confitería del Molino está cada vez más cerca. Su permanencia por décadas y su aire señorial no son lo único que tienen en común estos bares: también el interés que despiertan en porteños y turistas, la mística que mueve a quienes pasan a asomarse a ver las obras, a comentar anécdotas propias o de padres o abuelos, a compartir las ganas de probar sabores que sobrevivieron décadas.
La historia de cada uno está atada a una geografía particular. Por su cercanía al Congreso, en el Molino se cocinó parte de la política argentina. La Giralda se nutría de estudiantes, escritores y espectadores recién salidos de algún teatro o cine de la avenida Corrientes. Montecarlo, próximo al Hipódromo, recibía a sus petiseros, que ataban los caballos en la puerta. En cambio, la Ideal, ubicada en el antiguo circuito de esparcimiento nocturno de Buenos Aires, con salón de tango en el primer piso, fue escenario de “orquestas de señoritas” y despedidas de solteras, té en mano.
LAS VIOLETAS
Nació en 1884 y volvió a abrir sus puertas en 2001, en parte gracias a la presión de los vecinos, que no querían ver desaparecer el ícono de Rivadavia y Medrano. En 2017 los porteños lo calificaron como mejor café notable en un concurso del Gobierno de la Ciudad.
Al trabajo de recuperación se le sumó el del equipo de Paula Farina Ruiz, vitralista que también se ocupa de restaurar con su equipo los vitrales de La Ideal y la Confitería del Molino. Son esos vidrios y los clásicos del lugar, como el té María Callas, que incluye fosforitos, tortas, sándwiches, masas finas, budines, jugos e infusiones, los que funcionan como imán para el público.
Av. Rivadavia 3899, Almagro. @lasvioletasconfiteriaok. Todos los días de 6 a 1 am.
CONFITERÍA DEL MOLINO
Estuvo cerrada durante 25 años y reabrirá en 2022 sumando la novedad de un bar en la azotea con vista privilegiada a la cúpula, el Congreso y la plaza. La titánica obra de recuperación patrimonial empezó en 2018, después de la expropiación del inmueble por parte del Estado y está a cargo de la Comisión Bicameral Administradora del Edificio del Molino, creada por el Poder Legislativo de la Nación. El Gobierno de la Ciudad interviene en algunos de los trabajos.
Además de la refacción del edificio también hubo un rescate de las cartas y recetas del Molino. La historiadora Mónica Capano y la arqueóloga Sandra Guillermo recopilaron menús de distintas décadas y encontraron asaderas, moldes, latas, botellas, y tazas con el logo en dorado. Un hallazgo sorprendente: la vajilla puede revenderse a buen precio y por eso suele ser lo primero en desaparecer.
Su producción pastelera a mediados del siglo XX era casi industrial: 30 empleados elaboraban lo que se servía en el Molino y en locales como L’Aiglon, la Richmond y La Ideal. Los postres que se creaban en el subsuelo, como el Leguisamo y el Imperial Ruso, se transformaron en clásicos.
Callao y Rivadavia, Balvanera.
LA GIRALDA
Su reapertura, en agosto de este año, fue una de las pocas buenas noticias en una avenida Corrientes signada por la crisis. La meca del chocolate con churros había abierto en 1930 y se había cerrado en 2018. Eso sí: la vuelta no fue a la clásica lechería de azulejos blancos sino a La Giralda de los orígenes, en 1930. Así explicaron desde el estudio Pereiro Cerrotti & Asociados, a cargo de la obra. Los pisos volvieron a ser de mármol y granito, la barra de fórmica trocó a uno de madera natural con pasamanos de bronce y se creó un vitral con el motivo de la torre campanario andaluza que le da nombre. La boiserie y los espejos son los originales. También el chocolate, cuya receta –una mezcla de Fénix y Colonial– es la misma que la que preparaban sus antiguos propietarios.
Ahora se sumaron platos principales con carne y otros vegetarianos, y sándwiches en pan multicereal, que no le quitan lugar al clásico tostado.
Av. Corrientes 1453, Microcentro. @lagiralda1453. De lunes a domingos desde las 7 hasta la medianoche.
Los Galgos
En 1930, un inmigrante asturiano fundó Los Galgos –era aficionado a ese tipo de carrera– en la esquina de Lavalle y Callao. En 1948, otro español, don José Ramos, compró el local que había sido residencia de la flia. Lezama, y donde había funcionado una sucursal de Singer y una farmacia. El legado atravesó una generación.
Al morir los hnos. Ramos, el bar cerró, y cuando Julián Díaz, creador del bar 878, y a Florencia Capella –su compañera y socia–, se enteraron, decidieron reabrir este cafetín de Buenos Aires que tanto les gustaba a Osvaldo Pugliese, a Discépolo y a Arturo Frondizi. Un Bar Notable al que remozaron sin resignar su esencia.
Conservaron la boiserie, el grifo de bronce con forma de cisne, la carpintería, el detrás de barra, un galgo de porcelana, los pisos y una letrina que colgaron en el pasillo como un Duchamp de barrio.
El día de la reapertura, 1º de diciembre de 2015, recibieron a vecinos conmovidos que desde entonces vienen a disfrutar de la cocina porteña. Revuelto gramajo. Buñuelos de acelga. Tortilla de papas. Milanesas. Flan de 12 huevos. La cocina está a cargo de Florencia Dragovetsky. El vermú y los tragos son uno de los fuertes del bar.
Av. Callao 501, CABA. @losgalgosbar. De lunes a sábado desde las 7 hasta el cierre.
MONTECARLO
Fuera del centro y sus propagaciones, el bar se ubica en Paraguay y Ravignani, la parte más barrial de Palermo. Dicen que allí, bajo las glicinas que Paula Comparatore, su nueva dueña, promete replantar, iba a desayunar un Che Guevara joven. La revolución a veces puede ser volver al pasado. Al menos como forma de resistencia a la uniformización de identidades. Con la recuperación de parte de la carta del bar, sus muebles, sus puertas, su estilo, Comparatore quiere devolverle al barrio su café y sus rituales, en lugar de ver la esquina convertida “en otro cuadrado blanco tipo loft”, en sus propias palabras. Pero también sabe que en estos tiempos no basta con servir café con leche: de allí el desembarco de una carta de cócteles, un horno de barro y un kamado, opciones vegetarianas y sin TACC, platitos para el copetín, platos para llevar.
El bar volvió con sus puertas de hierro de 1922, su piso en damero, y sillas y mesas restauradas. También con parte del viejo menú, con sus tazas de café gigantes y su popular budín de pan hecho con medialunas (rico, rico).
Paraguay 5491, Palermo. @montecarlo.ba. Abre martes, miércoles y domingos de 8 a 20; y jueves, viernes y sábados de 8 a 24.
CONFITERÍA IDEAL
El mismo estudio de arquitectos de La Giralda le devuelve el brillo a esta confitería inaugurada en 1912, el año del Titanic, del mundo al borde de una guerra mundial. Mientras tanto, aquí arrancaban otras joyas art nouveau como la Confitería del Molino y el edificio Otto Wulff.
Mucho de la Ideal de 1912 volverá en 2022: los vitrales, la boiserie, los sillones checoslovacos, el estuco, las vitrinas y los apliques con la flor de lis. También el maravilloso hueco en forma de óvalo entre la planta baja y el primer piso. La confitería funcionará todo el día con un área de cafetería al paso y otra más lujosa. Al frente, habrá pequeñas mesas de mármol para tomar un café y seguir viaje. En uno de los entrepisos que fueron construidos para hacer frente a semejante demanda habrá nuevos hornos, cámaras frigoríficas, salas de pastelería y un área de cocina al vacío.
La Ideal fue salón de té, café concert, pista de milonga y hasta sede de transmisión de programas radiales. Sus sándwiches de miga eran famosos. También sus palmeritas. Se esperan probar todos estos bocados en su regreso estelar.
Suipacha 384, Microcentro. @confiterialaideal