


Sabor sin vueltas
Sabor sin vueltas
Salir del circuito que imponen las redes sociales y los tics de moda, permite descubrir en los barrios porteños algunos secretos bien guardados, rincones que permanecen lejos de los flashes y los retoques. Acá, tres que valen la pena.
Texto y fotos de Paloma Cladera | Jun 15, 2023 | Restaurantes y bares |
a escena gastronómica porteña no para de crecer, las redes imponen su lógica y sus mandatos y el famoso “FOMO” (fear of missing out en inglés, miedo a perderse algo, en castellano) pesa más a la hora de elegir a dónde ir a comer.
Hoy no es común que los consumidores de gastronomía -y particularmente millenials y centennials- pasen por la puerta de un lugar que no conocen y se atrevan a entrar. Pero justamente es así como se descubren las perlas -y los chascos, también. Después ese dato se va compartiendo entre colegas, amigos, compañeros de trabajo, familiares, y así se va construyendo un “boca a boca” que termina poniendo en el radar al lugar.
Sin embargo, todavía existe una Buenos Aires que se mantiene al margen del hype. Los barrios porteños esconden lugares poco obvios: muchos agradecen que así sea, porque les permite priorizar el vínculo con vecinos y comensales de larga data, protagonistas de su historia y parte de su identidad.
Villa Ortúzar
Bar Oriente
En Villa Ortúzar hay una esquina de grandes ventanales y cortinas metálicas de color verde, que resiste al paso del tiempo y recibe a vecinos, tacheros y laburantes de la zona. En los vidrios aún sobreviven los carteles pintados a mano que anuncian el nombre y las especialidades de la casa –“licuados”, “minutas”, “aperitivos”, “empanadas”, “sándwiches”– y a través de ellos el sol se cuela para bañar de luz al salón y sus mesas.
Al mando está Gerardo, uno de los hijos de Dionisio Basabe, quien compró Oriente en 1993. Gerardo te atiende con una sonrisa y se nota que disfruta de lo que hace: atrás del mostrador, tomando pedidos, bajando los platos, conversando con sus clientes -que por momentos parecen amigos- o incluso fotografiándolos para dejarlos inmortalizados en el Instagram del café.
Algunos terminan siendo figuras icónicas del bar y sus historias trascienden, como la de Pedro, un señor de 87 años conocido por todos los que frecuentan la esquina.
De su cocina salen platos potentes, sabrosos y bien preparados: ravioles caseros, tortillas, milanesas y supremas de las buenas -gruesitas, crocantes y generosas-, puré de papas y unas excelentes fritas, difíciles de encontrar hoy en día.
Por lo general también suelen ofrecer un plato del día que va variando según la temporada, y dicen por ahí que la sopa es un clásico que vale la pena probar. Pero lo importante es dejar lugar para el postre: el flan mixto es el clásico de la casa y cierre obligado de un almuerzo que cumple con las tres B (bueno, bonito y barato).
Hasta el día de hoy los clientes de toda la vida se reúnen en sus mesas para compartir varios cafés y largas charlas sobre fútbol y política entre sifones de soda, revistas Condorito, paredes colmadas de retratos, servilleteros de plástico con el logo de Pepsi de la década del ’90, dibujos, tiras cómicas y objetos de otra época.
BAR ORIENTE: Av. Álvarez Thomas 1800, Villa Ortúzar. IG: @bar.oriente
De lunes a sábados de 7 a 15. Se puede pedir para llevar.
PALERMO
El Renaciente
Como la mayoría de los bares y restaurantes de Buenos Aires, a El Renaciente lo fundó un gallego. José Insúa vino de La Coruña y como muchos de sus compatriotas decidió abrir una fonda para dar de comer y beber a los que pasaran por ahí. Así fue como nació El Renaciente en la década del ’60, que hasta el día de hoy conserva su esencia familiar y es comandado por Mabel e Irene, las hijas de José.
Este restaurante es uno de los pocos (o tal vez el único) auténticos de barrio que queda en Palermo, y existe un acuerdo tácito por parte de su clientela de no revelar el secreto. De hecho, podés pasar caminando por al lado y no darte cuenta de que es un restaurante: no hay señalización, ni marquesina, ni nombre pintado. Lo único que distingue a la fachada es un cartel de inmobiliaria que reza “SE VENDE” y que aporta cierto misterio y confusión.
Basta con atravesar el umbral para ver que todo se mantiene como hace casi 60 años: piso de granito, mesas de fórmica con sillas de caño y tapizado de cuerina, un mostrador antiguo y el banderín de San Lorenzo de Almagro.
En esta esquina podés encontrar habitués, taxistas y algunos clientes nuevos que trabajan por la zona y ya lo adoptaron como la opción ideal para almorzar rico y a buen precio. Es usual ver gente comiendo sola, y algunos de los clientes incluso van con sus perros, que son bienvenidos en el lugar.
Una de las hermanas se encarga de atender al salón mientras que a la otra se la puede ver cocinando, sin prisa, pero sin pausa, a través del pase. El menú es corto y de platos caseros y sustanciosos. Los imperdibles de la casa son la milanesa con fritas y la carne al horno con papas, pero también sacan otros clásicos como fideos con estofado, filet de merluza con puré, matambre con rusa, canelones y muchas otras cosas ricas. El plato del día suele ser interesante, pero lo vas a encontrar siempre y cuando vayas temprano, porque ¡se termina rápido!
EL RENACIENTE. Gorriti 3902, Palermo.
De martes a domingo de 12 a 16.
Once
Helueni
El barrio de Once es uno de los más -sino el más- representativo de la colectividad judía en Buenos Aires porque fue una de las zonas que eligieron para instalarse en las oleadas migratorias de primera mitad del siglo pasado.
Como indica el sentido común, a medida que se fueron estableciendo las comunidades comenzó a constituirse un área donde la influencia religiosa y cultural se podía percibir a través de la construcción de templos, el surgimiento de algunos comercios y, obviamente, la llegada de almacenes y restaurantes. Con el tiempo y gracias a la sinergia de sabores y productos de orígenes diversos, las recetas y preparaciones empezarían a sufrir transformaciones para dar lugar a una gastronomía única y característica: la judío-porteña.
Por ser una zona principalmente comercial y no tener el suficiente “glamour instagrameable”, Once todavía permanece por fuera de los circuitos de moda. Sin embargo, esconde joyas que vale la pena conocer, como Helueni.
Conocí este bolichito sobre Av. Córdoba hace muchos años aún siendo una niña gracias a mi papá. Él no era judío, pero trabajó más de 30 años en el barrio y no había personaje ni rincón que no conociera. Muchos de sus almuerzos al paso eran bocaditos de Helueni y a veces se llevaba un paquetito extra para compartir en casa. Así nos transmitió a mí y a mis hermanas el amor por este lugar que con el paso del tiempo nunca traicionó su esencia ni dejó de ser un favorito de la gente de la cole.
Sus dueños Alberto, Moisés y Jaco reproducen las recetas familiares y comparten sus delicias con un público fiel y fanático de sus sabores, entre los que se encuentran figuras del espectáculo, políticos y deportistas de ayer y de hoy. Pero la pasión por dar de comer rico no nació de un repollo: ya sus abuelos tenían emprendimientos gastronómicos en el barrio que funcionaban como lugares de encuentro para la gente de las comunidades de la zona.
El local actual abrió en 1992 y desde aquel entonces muchos de sus clientes atraviesan la ciudad para disfrutar de sus boios de verdura, de berenjena o de queso, sus kipes, sus sambusak de queso calentitos, sus knishes de papa y sus icónicos lajmayín, que a mi criterio son los mejores de Buenos Aires.
En Helueni podés comer al paso en una pequeña barra al fondo, pero lo mejor es pedir para llevar, porque para el momento del almuerzo se transforma en un vagón de subte en hora pico. Ni hablar en la época de Rosh Hashaná, cuando las colas pueden medirse en horas de espera.
Los dulces que preparan como el mamul o el baklava también son muy buenos, y tienen algunas opciones más atípicas como un bocadito de damasco que vale la pena probar. Si tengo que elegir, además del lajmayín mi favorita es la jalá: las sacan los viernes a la tarde tibias, almibaradas y con sésamo por encima. •
HELUENI. Av. Córdoba 2495, Once. IG: @heluenideavcordoba
De domingo a viernes de 10 a 21:30.