SÁL Restaurante

Cocina Nórdica

Hace dos meses abrió en Palermo este restaurante de la mano de Nicolás Díaz Martini. Clásicos vikingos y no tanto, en una casona a metros de La Rural.

a cocina nórdica, ahora de moda, en parte gracias a la repercusión del restaurante Noma, de René Redzepi –Copenhague–, es una asignatura pendiente en Buenos Aires. Más allá del Club Sueco y el Club Danés; del intento de Isidoro Dillon con Soder; o el de Germán Martitegui en Olsen, esta gastronomía no tuvo mayor representación en la ciudad. Para empezar a saldar la deuda, Nicolás Díaz Martini hace dos meses abrió Sál (“alma” en islandés).

Martini es egresado de la escuela de cocina Gato Dumas Cocinero, trabajó en Sucre, y durante ocho años estuvo al frente de “Fuego”, un local a puertas cerradas. Ahora, se entrega a la cocina vikinga con la misma pasión pero trasladada a otros productos, otros saberes y oros fuegos.

Sál está montado en una casona palermitana sobre la calle Thames, donde arranca la seguidilla de bares y restaurantes. Sobriedad y paredes blancas, música de jazz y clima de burbuja armoniosa en pleno meollo urbano dan marco a esta culinaria que abraza el recetario y las tradiciones de Suecia, Dinamarca, Noruega, Islandia y Finlandia. Entre las materias primas características figuran los pescados y mariscos, papas, lácteos, centeno, hongos, ahumados, fermentos, frutas finas, carne de caza, productos que ilustran el paisaje de los bosques, las montañas, las tundras.

Sobrio, elegante y con algunos gestos modernos, el restaurante tiene una barra que acapara la atención y una cocina a la vista que permite descubrir el ritmo de los fuegos.

¿Qué comer en Sál?

Además de los típicos Smørrebrød (sándwiches abiertos), como el de trucha ahumada y chutney de peras, con pan de centeno de sabor y humedad inobjetables, la carta incluye gravlax; dúo de lachas al natural y a la mostaza (un plato que me resultó bien logrado, con texturas y acideces muy oportunas); Kottbullar (albóndigas de cerdo y vaca) con repollo encurtido entre otros clásicos y no tanto. Me gustó el hot dog de pesca ahumada y almejas, presentado en un delicado pan de semillas de lino, con hongos, queso azul y pepinos en conserva y batata crocante.

Hay vinos, cervezas y el acquavit de la casa, que, combinado con el crumble de manzana y crema de anís es un must.

Sál Buenos Aires

Thames 2450, a pasos de Plaza Italia.
De miércoles a sábado de 19.30 a 23.30.
Reservas al 11 5388-0177. Todos los martes hay cursos de cocina escandinava.
IG:@salbuenosaires