Dos dibujos de mujeres chinas, musas inspiradoras de varios artistas que exponen aquí sus obras, aportan color y una belleza inquietante a las paredes de este espacio net, con salón estrecho y barra donde acodarse. En los fuegos, Oscar Lin, un taiwanés de sonrisa indeleble, que llegó a la Argentina cuando tenía cinco años, despacha un muestrario de tapas asiáticas con la intención de dar a conocer la diversidad de sabores, texturas y técnicas de esa cocina.

En tren de descubrir el punto G (gastronómico) de Japón y Taiwán, vale apuntarse a la degustación Clásica o Del mar, entrada perfecta si el plan es compartir entre dos.

La secuencia de crocanteces, levedades e intensidades incluye gyozas –ravioles de cerdo y langostinos, terminados a la plancha–; yakitori –pincho de pollo laqueado en salsa teriyaki–; langostinos empanados en panko, misoshiru –sopa a base de miso–; además de sushi y sashimi bastante logrados sino fuera por la sobredosis de salmón, esa idea fija de los porteños.

Algunos prefieren seguir el camino versátil de las tapas; para ellos están pensadas las más de 15 alternativas que figuran en la carta. Otros apuntan a los platos vegetarianos, como el kare raisu, curry japonés de siete especias con vegetales y gohan. Pero muchos vienen a este local en busca del ramen, moda absoluta en Buenos Aires. Este plato, por el que hacen cola en Tokio y en Nueva York, nació en China pero fue adoptado, modificado y difundido por los japoneses durante el siglo XX. Se trata de una sopa de fideos que requiere paciencia oriental en su preparación, cuyo primer paso es hervir los huesos de pollo o cerdo para obtener el colágeno que le da densidad al caldo: la personalidad del ramen, dice Lin. El “Síntesis” lleva fideos caseros: se los encargo a un japonés que los prepara a la manera tradicional –explica el cocinero– servidos en un caldo intenso, con panceta súper tierna, bock choi, huevo, algas kombu, brotes de bambú, negui y tomate confitado. Nada que ver con la versión instantánea que inventara Momofoku Ando en 1958, un shock de sodio que se vende en el barrio chino.

El menú se completa con tonkatsu –carré empanado en panko–; lenguado al vapor; curries que se pueden acompañar con vinos, como el rosado de Cabernet Franc Pampa Mía, de Bodega del Desierto. También se suman cervezas, cócteles, sakes. Para el broche dulce, nada como el helado de jengibre. Último paso de una síntesis redonda.

José León Pagano, 2689, CABA. www.facebook.com/sintesis.tapas.asiaticas
En la semana, hay menús del mediodía a precios imbatibles.