Winemaker’s House & Spa Suites

l camino de tilos –imaginen su perfume en primavera– conduce al parque con senderos que se bifurcan entre liquidámbares, sauces y plantas. Hay un estanque, una pileta de natación, siete suites en las que el cristal manda, y una casa con galerías que alguna vez fue la vivienda de Susana Balbo y de Ana. Hoy, la construcción señorial aggiornada, pintada de blanco y colmada de obras de arte, es el corazón del exclusivo winemakers house que madre e hija montaron en Chacras de Coria. Nada parecido en Argentina, tampoco en Latinoamérica.

Apenas entrar a esta burbuja antiestrés se descubren algunas pistas delatoras del concepto que surca el lugar. La primera es el enorme cuadro del artista Sergio Roggerone: una representación del árbol de la vida cuyo tema da nombre al restaurante e identidad a las distintas suites.

Raíz, tronco, ramas, parásitos, flores, frutos y los pajaritos que los sobrevuelan suman metáforas enlazadas a la familia, como el origen o el coraje, un valor con el que se puede identificar fácilmente a Susana, enóloga pionera, mujer audaz que cometió la osadía de incursionar en un territorio que había sido reservado para hombres.

No es casual que haya bautizado Osadía de crear al restaurante ligado a la bodega que montó en Cochabamba y también a una línea de vinos que siguen el estilo de la casa: elegantes, limpios, gastronómicos, dueños de un equilibrio que marca el eje de todo lo que Balbo y Ana emprenden. Yin y Yang en armonía, la misma que se respira en el living de “La Vida”: por sus ventanales se cuelan los rayos de sol y al atardecer se ve el paisaje del crepúsculo, cuando se va apagando la luz del cielo. Si es invierno y hace frío, el hogar a leña está siempre encendido, la mejor excusa para entregarse a un libro y a una copa de vino mientras, silenciosa, la noche cae.

La vida

Es ley que en este lugar el despertar sea con panes y medialunas recién salidas del horno. Nunca sin dulces caseros, manteca, queso, café, jugos naturales, frutas, gula. Las opciones de desayuno van desde una comida para arrancar la jornada hasta una versión saludable y detox.

Al mediodía y a la noche la gastronomía y la escena cambian. De las simplezas con vuelta de tuerca se puede pasar al menú de 4 y 7 pasos o al de la mesa del chef: 14 tiempos en los que se luce la buena mano de Flavia Amad, una chef mendocina que acopió experiencia en grandes fogones de Nueva York y volvió a su tierra natal con la valija cargada de ideas.

Antes o después de comer, vale una visita al bar. Flavia Arroyo –head barmaid de Casa Cavia– creó una carta que recorre clásicos de la coctelería y tragos de autor. Y cuando el disfrute en la barra termina, a dormir como angelitos en la suite, un lugar a salvo del vértigo urbano que garantiza toda la calma y los mimos posibles. Eso, y las ganas de volver.