La pizzería estilo napolitana que está en Adrogué y enamora a los porteños.
Carola Santoro siempre le gustó amasar. Era una nena cuando horneaba su propio pan. Pero no fue hace tanto que descubrió su vocación. Todo empezó cuando decidió preparar pizzas en el horno de barro de su casa, junto con su mamá Susana y su hermana Vicky. El éxito de este emprendimiento a puertas cerradas fue arrollador. “En el jardín no cabían más mesas y ya el lugar no daba para más”, cuenta Carola. Entonces abrieron local en diciembre de 2019, en una callecita de Adrogué, a metros de una plaza con árboles, caminitos empedrados y magia.
A los tres meses la pandemia las obligó a hacer un curso de adaptación veloz y aprender la mecánica del delivery “como si fuera fácil”, dice Susana, hasta que los restaurantes pudieron reabrir con otro formato, trasladando el salón a la vereda. Y las chicas volvieron al ruedo.
Ti Amo sobrevivió como un ave Fenix recargado y ahora hay que reservar sí o sí para poder conseguir lugar. Antes de sentarte en alguna mesa bajo los tilos, que en primavera perfuman la vereda, asomate a la cocina para ver en acción a Carola. Esta autodidacta, obsesiva de la perfección, dedicó horas y días y meses a ver videos de pizzeros, a probar pizzas de acá, de Estados Unidos y de Italia (Nápoles era la meta) a comparar masas, ingredientes, sazones hasta el cansancio.
Y como quien no quiere la cosa, se convirtió una pizzaiola reconocida. No solo en el barrio. Ahora muchos atraviesan toda la ciudad para probar su Diavola: pepperoni, salsa de tomate italiana, mozzarella fior di latte, parmesano y esa masa típica de la pizza napolitana, etérea y con cornicione impecable. Pedila con picante extra. Un bocado te da un subidón instantáneo.
Maradona tiene su altar en una de las paredes del local. No probó esta pizza pero es fija que le hubiera encantado.
También la de Bologna tiene sus fans. Salsa de tomate italiana, mozzarella fior di latte, copos de ricotta, mortadella, pesto. Esta y el resto de las pizzas lleva más ingredientes que las veras napoletanas, no por concesión al paladar argento sino por el inapelable “perche mi piace”.
En el tintero nos quedaron la cuatro quesos con un toque de miel; la Fidanzata, con crema de zapallo; la de Umbria, con mascarpone, ricotta y cebolla caramelizada más agregados estacionales del estilo higos y queso azul o panceta; y la Margherita. Elijas la que elijas, sabé que vas a querer comértelas enteras aquí mismo o llevártelas a casa freezadas para prolongar el placer. No están hechas con masa madre pero tienen dosis homeopáticas de levadura y son livianas gracias a su larga fermentación. Podés acompañarlas con tragos, vermú o cerveza.
Si te queda lugar para el postre, el affogato es un buen final. O café solo. O nada. Es la pizza de Ti Amo la que te hace sentir que la excursión hasta acá valió la pena.