Podría estar en Londres o en Nueva York pero por suerte –y todo indica que para largo– abrió en Buenos Aires. Vico Wine bar es el lugar perfecto para los que quieren conocer nuevos vinos picoteando algo rico y en clima decontracté. La buena idea fue de Pablo Colina –sommelier– y del bartender Carlo Contini, que se asociaron con Gabriela Vinocur y Fernando Procupez para montar este lugar único en la ciudad.

 

En Vico la consigna es ver, elegir y probar.
El ambiente es de juego y relax. Cero protocolo. Acá se viene en plan lúdico a probar los blancos, rosados y tintos que expenden las máquinas italianas WineEmotion distribuidas en el contorno del bar, dibujando una suerte de frontera de acero inoxidable con tecnología de punta. Estas Ferrari del vino tienen nitrógeno y un circuito inerte: la posta para garantizar que la bebida no se oxide y que sus aromas permanezcan idénticos a sí mismos. No busquen carta de vinos, la carta está en las máquinas que exhiben 150 etiquetas, entre blancos, rosados, tintos, espumantes, Prosecco, Cava y Champagne, más 10 cosechas tardías y fortificados, perfectos para los postres.

¿Cómo se accede? Apenas llegar, se carga una tarjeta magnética personalizada que se introduce en la ranura de la máquina. Ni más ni menos que self service con distintas opciones de estilo, cepas, precios, desde 200 hasta 3000 la botella. Pero aquí mejor olvidarse de la botella, a menos que uno llegue con el berretín del espumante que, en ese caso, llega a la mesa con frapera ad hoc. Los que decidan dejar el derroche de burbujas para otra oportunidad pueden elegir entre copa degustación (35 ml) media copa (75 ml) o copa de 150 ml. Los precios son de vinoteca, un punto clave a favor del local. Además, el sistema es bien sencillo: al final de la noche la tarjeta marca el consumo y el monto total consumido.

La consigna es ver, elegir y probar. El público del coqueto Vico enseguida se engancha con la propuesta. Hay quienes se quedan colgados en su mundo, incursionando en distintas alternativas o quienes piden consejo a alguno de los cinco sommeliers que circulan por el local. Otros combinan los vinos que eligen con pequeñas raciones preparadas por el cocinero Julián del Pino (pastas, pulpo, trucha salvaje, todo es delicioso). Y están los que empiezan el recorrido etílico probando la coctelería basada en el vermouth (se impone pedir el que elabora Carlo Contini, Lunfa se llama, divino nombre). La música completa la escena de charla, amigos y copas. A Vico no se va. Se vuelve.

VICO Wine Bar:
Gurruchaga 1149, Palermo. Tel.: 4773-2311.