VINI BAR

odría sumarse a la lista cada vez más extensa de wine bars porteños y formar parte del montón, pero Vini se despega del resto. El secreto está en el tandem gastronómico formado por dos grandes del rubro que se aliaron para poner en marcha este proyecto. Aldo Graziani –empresario gastronómico– y Lucky Sosto –sommelier–, dos amigos y socios al frente del local que abrió en diciembre de 2021.

Vini abarca un ambiente pequeño donde funciona la cocina; un piso superior con una cava antigua de madera que atesora los vinos; y un espacio en la vereda con mesitas y plantas que le aportan un toque de verde al lugar. Y en los tres se respira una atmósfera de bohemia elegante.

La ambientación recuerda a algunos bares de París, Londres y Nueva York, los mismos que inspiraron a Aldo a replicar la temática de vinos naturales, orgánicos, biodinámicos, de baja intervención. Para diseñar propuesta gastronómica que pudiera acompañar sin sobresaltos a los vinos, Sosto y Graziani convocaron a Leo Lanussol (quién no recuerda esa maravilla que fue su restaurante Proper). La comida lleva su firma: simpleza, buenos productos, gestos modernos, ninguna pretensión.

Como su nombre lo anticipa, el fuerte de Vini son los vinos fuera del mainstream. La carta curada por la dupla Graziani-Sosto compendia unas 60 etiquetas de bodegas no convencionales de Argentina. Una lista que se va variando constantemente y, lo bueno es que cada semana, seis de estos vinos pueden probarse por copa.

Qué probar

El mismo camino transitan las comidas en formato de platitos. Pueden ser aceitunas negras marinadas; ricota de almendras (un guiño vegano que pegó tan fuerte que va a ser difícil que la saquen de circulación); fainá; jamón horneado, plato de quesos; merguez –bien especiado y delicioso– que le provee César Sagario (Corte Carnicería) con repollo fresco y mostaza; berenjena con hojas amargas y pangrattato. Para el final, chocopop (chocolate con pelón fresco), pannacota o plato de quesos para los menos golosos.

La idea es que cada comensal vaya pidiendo variedad de platitos y los acompañe con una botella de vino o con distintas copas. Déjense guiar en el recorrido por Lucky, dueño de casa siempre al pie del cañón, pero también por los camareros que hacen lo suyo: todos sommeliers. Concepto y buena ejecución en una hermosa propuesta. Larga vida a Vini.