El 7 de julio, los amantes de los fermentos tuvieron un motivo para festejar: un grupo de emprendedores que apuesta a la kombucha en nuestro país le ganó al lobby de la industria –en este caso, léase gaseosas y cervezas–, y logró que esta bebida se incorpore al CAA (código alimentario Argentino).

s evidente que este marco legal le va a garantizar crecimiento acelerado, incluso algunos ya hablan de “el boom de la kombucha”. Pero ¿qué es la kombucha? Se trata de un té fermentado, listo para tomar, que conserva una pizca de azúcar y de alcohol, burbujas finas y un soplo de acidez dada por el ácido ascético (vinagre). Parte de un hongo “madre” o Scoby: un cultivo simbiótico de bacterias y levaduras y como tantos otros fermentos, se consume hace miles de años, y en algunos países forma parte de su cultura alimentaria. Podríamos decir que la kombucha  es algo así como una “gaseosa saludable”. Es vegana, ecológica, sin gluten y sin pasteurizar, por eso hay que conservarla siempre en frío.

En pandemia, cuando quedó más desnudo que nunca el vínculo entre la alimentación y la salud, un equipo de cocineros y productores inquietos –Pedro Bargero y Agustín Benito (Sueño Verde), entre otros, más el brewmaster kombuchero Lucio Zibecchi– abrieron el juego abrió el juego lanzando al mercado este producto bajo la marca Aloja y según 8 versiones: ginger ale, pomelada. yerba mate, cedrón, jengibre, hibiscus, café y algarroba, frutilla. “Juntos formamos una compañía de bebidas fermentadas artesanalmente. Creemos en el potencial de los fermentos y deseamos una mejor alimentación para todos. Queremos poder ofrecer una opción de bebida nutritiva, saludable y que potencie nuestro organismo, una bebida viva”, dicen y proponen consumirla sola, o animarse a probarla en cocktails.

Se consigue en su tienda online: sueñoverde.com.ar/aloja-kombucha.